Construir la utopía

La intolerancia es uno de los rasgos del ser humano más nauseabundo, pero no es mucho mejor la tolerancia, la condescendencia, la transigencia, la paciencia, yo no quiero que nadie me tolere, ni que no me tolere, soy una persona con mis apetencias sexuales, con mi forma de sentirme en este mundo, con mis ideas políticas, con mis inhabilidades sociales, con mis frustraciones, y lo que no quiero para mí, no lo quiero para nadie, para mí quiero respeto, que tenga la oportunidad de andar por el camino que pueda o elija y consiga mirarme desde fuera para sentirme una persona o una isla, ambas opciones son la misma, que no se me juzgue sin haber cometido un delito solamente porque pertenezca a otro color, otra distinción social, sexual, o lo que sea, alejada que la predominante, que siempre atosiga, como poco, a las minorías, que deben esconderse, alejarse a un gueto, no mostrarse, y que cuando se siente liberal, democrática, deja su capa negra de intolerancia, y se coloca la capa lavada de la tolerancia, que no me vengan con esos lavados de conciencia, la igualdad la quiero para mí, y con eso siempre quiero decir, la quiero para la humanidad, yo no soy nadie sin todas mis hermanas humanas y hermanos humanos, sin los demás hermanos y hermanas no humanas, solamente puedo estar aquí sustentado por la vida, y la vida no juzga, no tolera, deja ir hasta donde te lleve tu pequeño rio, yo quiero para mi las mismas aguas, la misma corriente, quiero construir la utopía, y que cada cual tenga la opción de construir la suya.

A %d blogueros les gusta esto: