http://elpais.com/politica/2016/11/25/actualidad/1480085686_837154.html
Llegó con su mirada acuosa y fiera como un arma inmersa en un cuerpo, alimentado por ideales de que dentro de la misma especie una media parte es superior a la otra, cebado por una religión hundida en la misoginia, engordado por los argumentos que desmontan que la igualdad sea el estado ideal, refrendado por la apatías y las miradas esquivas, incluso las risas y los consentimientos afables del día a día. Era un arma sometida a la nada que no podía ver su propio vacío y que la rompió como a un cristal de sangre.
El comienzo pudo ser un piropo (machismo callejero envuelto en palabras bonitas), halagos, y romanticismos de novela del diecinueve, rosas y detalles, tácticas del manual del galán trasnochado y casposo, todo envuelto en un bello papel celofán de tono sexista, construido con un lenguaje y un humor del mismo color, luego un poco de desprecio, desvalorización, chantajes emocionales, control, y anulación hasta invisibilizarla. Para entonces, ese instante que muestra la cámara, ella se sentía totalmente dependiente. El grito, el insulto, la amenaza, el abuso sexual, la violación, formaron parte de un normal funcionamiento de la vida, soterrado entre todas esas cosas que no vemos, y por tanto no existen en nuestro imaginario. No las queremos ver, esa es la verdad, la normalidad es esa mentira o estado de alucinación humana en el que nos ensimismamos creyendo y creyendo y no parando de creer, en todas esas palabras e ideas que nos inculcaron a base de repetirlas mucho, y mucho, hasta que las pensamos genéticas e invariables de toda la vida.
El video que nos enseña lo asqueroso que puede llegar a ser el mundo es solamente unos ojos que estuvieron abiertos, unos ojos no humanos, por tanto no selectivos ni cargados de ideas preconcebidas. Pensemos en eso, sin luchar, incluso contra nosotros mismos no se avanza en la igualdad. Todo comienza con el lenguaje sexista, y con los micromachismos, verdades muy difíciles de detectar y a las que perdonamos su existencia, o por no verlas, o por no creerlas tan importantes.
Iniciar otros finales sería solucionar el principio y luego el camino para no asombrarnos con los videos que enseñan lo asqueroso que puede llegar a ser el mundo. El maltratador se gesta, segun diversos estudios, a los tres años de edad, igual que la maltratada. Aproximadamente a esta edad o mucho antes comienzan a imbuirnos sutilmente, o no, los roles de como debemos comportarnos segun el género en el que se nos encuadre.
La libertad es para todos y todas o no es ni será.
Lorenzo Arabí 