Confundirse, encontrar un camino.

Escribí el otro día un cuento

que confundía a las personas

y a las palabras, a las palabras

y a las personas, a las cosas

y a las cifras, a las cifras

y a las cosas,

 

para cuando encontré un final

me había convertido en sombra,

 

me senté,

entre la noche

y las tinieblas

mi cuerpo ardía,

yo era un faro,

los papeles malhechos

confiscaban la luminiscencia

que producía,

 

el cuento

convirtió lo que no soy

de nuevo en vida

lo que no seré

en una nueva vida,

 

me levanté,

entre el alboroto

de terminar

dejé un par de almas

o algunas más

y eso que nunca

me sobraron

ni me bastaron,

 

anduve calle abajo

recordando el camino

antes de andarlo,

 

yo era la palabra

la palabra era yo,

un febril sumidero

de cristales diluyó

el  sendero,

 

la ausencia allí comenzó

aún sigo andando…

 

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