La sordera

Óyeme dios dormido,

mancha de unos ojos desenfocados

destruiste templos para construir el tuyo

aledaño a él los barrios de chabolas se multiplicaron

más que el pan, las autopistas se arrugaron

de sed y hambre junto al fértil rancho,

al son del atropellado camino

emprendieron las hordas

de danzantes al muñeco sagrado

milenios mágicos y oscuros,

 

si no me oyes al menos di que sí

si no duermes al menos no bosteces.

A %d blogueros les gusta esto: