No saber salir de nuestro laberinto

El miedo a la incertidumbre

es el culmen de la osadía

no existe nada que lo acalle

ni la esquiva certeza,

 

conformando el ruido

para articular una voz

grité sombras y sigilo,

 

blandiendo ideas

con boca temblorosa

trencé con las piernas

pasillos en las ciénagas,

 

¿y después?,

ya no sabía entrar

me había perdido

alejado del laberinto,

temeroso y mojado

tras varios intentos

entré de nuevo

a escuchar al viento disiparse

y a mí verme sentado en una roca

en mi domicilio de siempre

allí al fondo, donde no me encuentra nadie.

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