He advertido esta mañana, un poco antes de ducharme y alejada del primer café que llevamos muchos meses sin gobierno y no siento nada en absoluto, ni malo ni bueno, de repente me han temblado las piernas, he sentido los síntomas claros de una hipoglucemia, me he tumbado en el suelo y he hiperventilado, mientras el corazón se desbocaba el sentido de la vista ha difuminado el mundo como si hubiese caído agua sobre una acuarela, el oído es el que ha resistido, escuchaba los sonidos del día si cabe más fuertes, a la gente hablando en la calle alejándose andando por la acera, a alguien arrastrando objetos pesados y metálicos, una persiana de un comercio haciendo oposición a levantarse, chirriando con nervio, una discusión en alguna casa cercana con la ventana abierta, el grifo de la cocina goteando otra vez y yo pensando de hoy no pasa, compro uno nuevo, y Pedro cantando en la cocina con esa voz tan suya, tan poco melodiosa pero agradable, de persona buena, pero como siempre abstraído en sus pensamientos no se da cuenta de que estoy tardando mucho, que ya debería estar sentada junto a él desayunando, se me hace tarde, pero no habrá ni siquiera mirado la hora, vive en su mundo, si pudiese haber gritado lo habría hecho, pero me había sumido en una parálisis general, ya me lo dijo Pablo ayer, la solución a todos los males, él es así de rotundo, es que te vengas a vivir conmigo, ese hombre no te merece, cuánta razón tiene, pero él tampoco será el elegido cuando me vaya, estaba durando mucho ese hueco, aquella cueva en la que me había introducido, yo debía estar en el suelo del cuarto baño, pero en cuanto transcurrieron los minutos comencé a dudar, Mariano, ese hombre mayor, el que dice ser el gerente del gimnasio y que anda muy raro me invitó anoche a unas copas, se las acepté, no debieron sentarme bien, me contó que no le gustaba su trabajo pero que no sabía hacer otra cosa, a él lo que realmente le encanta es pasear al aire libre, sentarse en un banco y observar, como lo dijo me pareció que a lo que aspiraba era a ser viejo verde, pero puede ser que sea una mal pensada, conmigo se portó bien, hablamos de muchos temas, tiene una conversación agradable, ¿eso que oigo es la cafetera?, está desayunando, no me espera, Alberto se pondrá de los nervios cuando se lo cuente, es mi compañero de trabajo, es más que eso, un gran amigo, hemos llegado a una comprensión total y mutua, me aconseja que vuele, que haga lo que quiera, me dice que ese hombre que te has buscado estaría mejor solo, ¿y qué puedo hacer?, es difícil deshacerse de alguien que no tiene nada de malo, ¿eso que he escuchado es la puerta cerrándose?, se ha ido y me ha dejado en este estado, esperaré a que se me pase, quizás un pequeño sueño facilitaría mi despertar, cerraré los ojos, ¿Cuántos meses hace que deberíamos tener gobierno?, ¡muchos!, ¿y de qué serviría?, ¡no sé!, y por qué ha sido advertirlo y el mundo se ha marchado de mi lado, no sabría decir dónde estoy, ni cuando, parece que vuelvo, efectivamente, estoy en el cuarto de baño, no ha pasado nada, un simple mareo, Pedro se ha ido, no lo necesito, hoy tuvo su última oportunidad sin él saberlo, si hubiese abierto la puerta para interesarse por mí tal vez toda la conformación de nuestro futuro habría cambiado, y luego sentada en la mesa de la cocina desayunando sola, después de ducharme y de recomponerme, con la intención clara de hacer las maletas me he dicho que debo coger las riendas de mi vida, ningún mindundi me hará cambiar de opinión, y al gobierno que le den morcillas.