A ver si hace viento y llueve de una vez para que no seamos nosotros lo que tengamos que alimentar a esos pobres consejeros que pasan penurias aconsejando quién sabe qué a esas compañías que no serían nada sin ellos…
Y apartándome de la broma fácil, me gustaría argumentar que echarle la culpa a las energías renovables es de cobardes, ellas no se pueden defender.
Por eso, y porque me gusta ponerme siempre de parte del más débil, voy a colocar mi granito de arena en este pequeño blog en su defensa, y en defensa de un poco más de dignidad por nuestra parte, y en un poco más de igualdad para todos, porque las energías renovables se pueden producir allí donde se necesitan, las podríamos producir en el tejado de nuestra casa, en un terreno del que dispongamos. Eso es lo que más les molesta a los que quieren mercadear con cualquier recurso, y apoderarse de él, que este recurso sea asequible y fácil de obtener en cualquier lugar del mundo.
Los poderes neoliberales emplean la violencia, a veces una violencia moral y espiritual, nos despojan del futuro, del optimismo, de la ilusión, nos inoculan miedos y problemas de los que después nos salvarán, eso si seguimos todas sus directrices para que este milagro ocurra. Cuando nos levantamos pidiendo lo nuestro siempre ocurre algo, una crisis, un desastre natural, un atentado. El cataclismo nos retrotrae a luchar por lo básico, y lo que se ha conseguido hasta entonces se desmorona mientras miramos hacia problemas inducidos. Véase lo que ha originado esta crisis que supuestamente ya ha terminado: sueldos más bajos, deterioro de la sanidad y educación, ricos más ricos… Y la gente, mientras, vive como si no pasara nada, porque está convencida de que no se pudo hacer nada, no existía otro remedio, eligieron un mal menor.
La energía, el agua, los recursos naturales, serán las luchas de este siglo, de cómo nos posicionemos dependerá nuestro futuro y el de nuestros hijos. Habría que recordar esa frase hoy en desuso: “la tierra para quien la trabaja”. El sol, el agua, el aire, es de todos, la energía no se crea ni se destruye, pero si se compra y se vende, se ha convertido en un mercado cruel y enigmático que engendra pingües beneficios para unos pocos, por algo será que todos los políticos acaban en eléctricas, aunque no tengan ni idea de que van. Conocen los ceros que tiene su nómina y con ese saber les basta.
La bastilla se tomó para derrocar al poder absoluto, desgraciadamente con mucho derramamiento de sangre. Las bastillas son hoy las grandes multinacionales de la energía, los bancos… Llegará el momento en que habrá que asaltarlas. Ese día un gran cambio se producirá en el mundo, espero y deseo que seamos capaces de realizar esta proeza con valentía y mucha paz. Las palabras y nuestro poder como consumidores deben ser nuestras armas. Otro mundo será posible haga viento, llueva, haga sol, ¡Qué más da!