Dejó dicho que la creencia sobre el hecho triunfaría
la ilusión sobre la verdad, el mito sobre lo racional
nos dejó en la confusión que nos produce la soledad,
y para rellenar el vacío de su egregias palabras
nos lanzamos al mundo con la ansiedad por bandera
a conquistarlo convirtiendo objetos en basura
las condiciones laborales, una antena parabólica
los sueldos, los viajes, los suéter de manga larga
las zapatillas para la playa, la comida
los abrazos, un beso, el bozal sin sonrisa
la cerveza, el deporte, una masa arbolada
una sombrilla, loción para la barba
las opciones de igualdad, la conciliación
un sonajero, una botella de lejía, una silla
el mundo es el basurero de las mil caras,
…
Allí, aquí, en nuestro solitario y aburrido hogar
dejan los objetos de tener importancia,
se vuelven como nosotros, un obstáculo
debemos sortearlos para alcanzar ningún sitio
el pequeño cubículo no nos deja desarrollarnos,
pero aún así son los únicos que nos acompañan,
salimos a las calles buscándolos entre estanterías
para saciar una necesidad que no conocíamos,
y al llevarlos a casa con esa alegría novedad
les buscamos un lugar que no existía
un tiempo que no teníamos
una vida que terminó siendo suya.