La injusticia aceptada

Es un lastre de inconsistencia la guerra que destruye esa nada

vuelcan los cayucos ante los ojos y las manos están en los bolsillos

contando las monedas por las que tememos sin ser nuestras,

somos de material conductor de la injusticia, circula sin tocarnos

se demuestra en el hueco que hacemos en el sofá del sedentarismo, 

siempre existe un necio, Jinete de apocalipsis y barba

que a golpe de mentira y maldad culpa a quien se busca la vida

pero también existen los que nos sumimos en la nada

de nuestro corazón simplemente latiendo dejando pasar

la oportunidad de mejorar viendo la otredad,

La inconsistencia de la guerra que destruye esa nada 

es únicamente lo que podemos considerar esperanza,

una pequeña astilla flotando en la mar océana,

y no es poco, agarrarse con las exiguas fuerzas

de un mamífero que olvidó sus prensiles manos 

y sus blandas garras para rasgar la fascista palabra,

derrotar la maldad que nos destruyó 

para usar sus huesos, sus ojos, sus tripas

para hacer nudos que construyan colgantes caminos.

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