Es un lastre de inconsistencia la guerra que destruye esa nada
vuelcan los cayucos ante los ojos y las manos están en los bolsillos
contando las monedas por las que tememos sin ser nuestras,
somos de material conductor de la injusticia, circula sin tocarnos
se demuestra en el hueco que hacemos en el sofá del sedentarismo,
siempre existe un necio, Jinete de apocalipsis y barba
que a golpe de mentira y maldad culpa a quien se busca la vida
pero también existen los que nos sumimos en la nada
de nuestro corazón simplemente latiendo dejando pasar
la oportunidad de mejorar viendo la otredad,
…
La inconsistencia de la guerra que destruye esa nada
es únicamente lo que podemos considerar esperanza,
una pequeña astilla flotando en la mar océana,
y no es poco, agarrarse con las exiguas fuerzas
de un mamífero que olvidó sus prensiles manos
y sus blandas garras para rasgar la fascista palabra,
derrotar la maldad que nos destruyó
para usar sus huesos, sus ojos, sus tripas
para hacer nudos que construyan colgantes caminos.