El rancio paladar no contiene empatía
se asoma al abismo a morder bruma
murmurando, buscando peones, le hacen falta,
ninguna importancia tiene el ruido de las olas
su repiqueteo sube la ladera en busca del reypieza,
las torres se apostan cacareando viejas glorias
los alfiles no comparten su diagonal, la guerrean
los caballos relinchan notas de afeite y madera
la reina que se creyó la igualdad fue indignamente usada,
…
No tiene nada, ni fuerza, el ruido de las olas,
el tablero está construido de tal manera
que en cualquier momento, como un truco de magia
el silencio se instalará en la memoria,
los pasos que ahora nos parecen avances
se derretirán entre las absurda páginas
que se envalentonaron de hipocresía,
el propio reypieza se encuentra tranquilo
los peones controlan la historia
siempre se arregla estirando las sabanas,
las casillas en blanco se comerán el tablero
los movimientos serán radiados
por acervos de manos masculinas.