Qué bien mienten

La guerra se hace a veces para no rascarse la espalda

otras para olvidar la acumulación de pelusas en el ombligo

o para no limpiar las ventanas sucias que aminoran la realidad de la rúa

o para abandonar a un lado que la naturaleza llora y grita con rabia

o para no aceptar la propia muerte y sí la ajena, 

es decir, la guerras se construyen con la propia inmundicia

en el barullo entre el insulto y el palo nadie advierte nuestra propia nada.

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