Dicen que está todo escrito.

Puede parecerlo, desde hace siglos se escriben historias sobre los mismos conflictos vitales, y han sido tan variadas las formas aunque repitan una y otra vez pensamientos similares, elaborados desde el mismo lugar sociológico de la población, que podría llevarnos a sentir, si no recapacitamos un poco, que ya poco más se puede añadir a lo ya dicho. Es lo que nos han hecho creer los que hablaron con su voz engolada y supremacista repitiendo una y otra vez los mismos mantras. Los demás enfoques de la realidad apenas levantaron su voz por miedo al poder predominante, o por autominusvaloración somatizada teledirigida desde múltiples frentes, que desde hace milenios emanan de los mismos lugares emocionales y físicos, en los que habita un tipo de hombre, él que habla desde el centro u ombligo del mundo, el que generaliza sus normas a la raza humana, con las distintas maneras de usar la fuerza. 

El molde imaginario sobre el que se sustenta el sistema no es necesariamente siempre con el hombre físico, también usualmente se usa al hombre ideal, u hombre que está de pie sobre el asiento del trono sin quitarse los zapatos, centrado con los brazos abiertos ante la infinitud del universo, creyéndose tan exceso como lo que contempla. Una imaginación superlativa y general que nos parece realidad y que habla por todxs, y que se materializa en la voz, en las palabras, en las leyes, en la disposición social, incluso en la posibilidad de perder la libertad o la vida, en muchas partes del mundo. 

El decir todo está escrito, que desde los griegos no se ha puesto ninguna idea sobre el comportamiento humano nueva sobre la mesa, es de las mayores falacias a las que podemos aspirar, junto a que la tierra es plana, o que existe un dios metijón y escrupuloso con nuestras conductas individuales y sociales, al que por casualidades de la vida, le parece bien siempre la conducta impuesta por el poder heteropatriacal del momento. Como mínimo falta por expresarse en toda su plenitud al cincuenta por ciento de la población, y me quedo corto. Como se habrá entendido, este cincuenta por ciento es principalmente la voz de la mujer que se ha vaciado de contenido cuando ha conseguido alzarla, cuando pese a las dificultades, por un golpe de suerte, por haber nacido en el lugar adecuado, ha podido expresarse de algún modo, incluso brillantemente, la niebla de la historia la ha tapado rápidamente para eliminar este, para el heteropatriarcado, pernicioso ejemplo. Otras y otros, también hombres lejos de la norma del momento, también personas homosexuales, transgénero…, no se han atrevido a verbalizar en publico, o por escrito, que viene a ser lo mismo, y cuando lo han hecho les ha costado más ser escuchados. Y los pocxs que llegaron a comunicarse con el exterior en su momento, apenas perecieron ocurrió lo esperado, se llevaron con ellos sus palabras.

El cincuenta por ciento es una proporción lanzada al buen tuntún. La cifra exacta ni la sé yo ni la sabe nadie, no se ha escrito todavía más que una mínima parte de las vidas y las opiniones, la historia está plagada de un punto de vista completamente sesgado, de cuentos y relatos de héroes y princesas disfrazados con miles de trajes retóricos, de opiniones exploratorias de machos alfa… La vida real es siempre descrita desde lejos con una mirada heteronormativa, hasta se explica desde el lado del hombre a aquellxs del otro lado su propia vida de la que nada al parecer saben aunque la estén peleando a brazo partido. Incluso lxs oprimidxs por el sistema  en multitud de ocasiones ,escriben con la mirada que los mira, sin conocer aparentemente la propia. 

Es demasiado complicado para que algo instaurado durante milenios, quién sabe cuando comenzó, se resuelva en poco tiempo. No caigamos en la tentación de creer esa frase, todo no está escrito. Lxs demás, lxs diferentes, lxs que vemos el mundo de otro modo, lxs que nunca hablamos, lxs que nos creímos inferiores, expresémonos. En la variedad está el gusto como se suele decir, y no permitamos que las voces se apaguen, reivindiquemos al lxs mejores para  que el camino nos conduzca a una vida más igualitaria. No a los fuertes, no a los matones. 

Los escritores movieron y se inventaron el mundo. Ahora toca que lxs escritorxs escriban los miles de mundos y las posibilidades que habitan en cada unx de nosotrxs.