…fue arcoíris, arcoíris! Y dejé escapar al pez. (Elizabeth Bishop)

Cuando se encuentra con él

el mundo real no se parece a nada

las redes poseen dos o tres agujeros grandes

por donde se escapan las escamas de nostalgia,

y para cuando no advierte los sombreros

las cabezas se han envuelto en dignidad,

ese arcoíris quiere él, en escala de grises

para olvidar el desbarajuste, esa edad 

que no perdona, aquello que le hizo 

aborrecer la vida hasta no reconocerla suya

moviéndose bajo su porte estilizada,

aquel momento arrepentido, siempre presente

en el que se equivocó y eligió observar

la aleta alejarse hasta perderse.

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