En nuestra comodidad inveterada
dormitada por la opresión vacía
comiendo y trabajando
el mundo prosigue su rueda
para ocultar lo que escondemos,
digiere, ese mundo, al desesperanzado al lado
da atención al rimbombante blandiendo bandera
y solicitando gracias y aplausos por lo que ya robó
infinitos siglos de herencia escamoteada al lodo,
cuánto me ha gustado gritar
sin esperar a madrugadas
temiendo por el asustarme,
lloraba con tanto deleite
que aplaudían desde los balcones,
el mundo avanza y atrasa
a la misma velocidad y saña,
quien asciende roba las escaleras
y regala rampas
a quien se desliza hacia el averno,
cuánto me ha gustado salir a la calle
a protestar jugando a las banderas
como si yo perteneciera a un juego errabundo y apoteósico
panegírico de enfermedad, sufrimiento, y pobreza,
cuán orgulloso estoy de mi persona que sin mancharse las manos
salió a flote con poca lucha y mucha queja lastimosa,
soy el representante del infinito macho blanco protector
débil como un renacuajo en una charca
valiente como la libertad que coarta a palos,
un trapo atestigua que soy de otra raza
y que la razón y la tierra me construyeron,
cuánto me ha gustado que la pobreza y la muerte avancen
son buenos motivos para pedir con la escusa de la patria
aquello con lo que dios me vistió, y que la masa heréticamente demanda,
cuánto me ha gustado nacer allí donde me escondieron el mundo
qué gracia, tengo seguidores a los que no dejaré jamás levantar cabeza
necesitan despreciar para no despreciarse,
qué sonrisa se me pinta, de labios rojos y dientes gualdas,
bramo y no aplaudo, estoy bien y seguiré estándolo.