Estamos bien, pero ya se nos pasará. (Gueorgui Gospodínov)

En nuestra comodidad inveterada

dormitada por la opresión vacía

comiendo y trabajando

el mundo prosigue su rueda

para ocultar lo que escondemos,

digiere, ese mundo, al desesperanzado al lado

da atención al rimbombante blandiendo bandera

y solicitando gracias y aplausos por lo que ya robó

infinitos siglos de herencia escamoteada al lodo,

cuánto me ha gustado gritar

sin esperar a madrugadas

temiendo por el asustarme,

lloraba con tanto deleite

que aplaudían desde los balcones,

el mundo avanza y atrasa

a la misma velocidad y saña,

quien asciende roba las escaleras

y regala rampas

a quien se desliza hacia el averno,

cuánto me ha gustado salir a la calle

a protestar  jugando a las banderas

como si yo perteneciera a un juego errabundo y apoteósico

panegírico de enfermedad, sufrimiento, y pobreza,

cuán orgulloso estoy de mi persona que sin mancharse las manos

salió a flote con poca lucha y mucha queja lastimosa,

soy el representante del infinito macho blanco protector

débil como un renacuajo en una charca

valiente como la libertad que coarta a palos,

un trapo atestigua que soy de otra raza

y que la razón y la tierra me construyeron,

cuánto me ha gustado que la pobreza y la muerte avancen

son buenos motivos para pedir con la escusa de la patria

aquello con lo que dios me vistió, y que la masa heréticamente demanda,

cuánto me ha gustado nacer allí donde me escondieron el mundo

qué gracia, tengo seguidores a los que no dejaré jamás levantar cabeza

necesitan despreciar para  no despreciarse,

qué sonrisa se me pinta, de labios rojos y dientes gualdas,

bramo y no aplaudo, estoy bien y seguiré estándolo.

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