Ninguneando se retienen las ganas de mirar
a la pobreza y sus vertientes que están en la acera, (debajo de casa)
no es débil el pobre, su fuerza es inmensa
yo no aguantaría un día de su vida
no me imagino que me lo arrebatasen todo
si a punta de pistola capitalista me empujasen
a vagar, cruzar mares, brincar vallas de espinas
y con las mismas me convirtiesen en invisible, en intocable,
necesitaría fuerzas que no tengo para levantarme cada mañana
cargarme a las espaldas el único objetivo de ese día, seguir vivo
y luego merodear entre una multitud que hace como si fuese feliz
y te teme, te desprecia, te humilla, te vacía de humanidad
juzgándote sin mirarte, sin saberte, sin siquiera sentirte.
Todos tenemos la fuerza suficiente para soportar el dolor de los demás (François de La Rochefoucauld)
