La absurdidad fisiológica puede ser redimida
arando con el empuje de la fuerza
nuestra realidad histórica,
dejando la esclavitud del dinero
para que el tonto se compre
la prótesis prometida y de moda
con la que adentrarse
en la horma, en la necesidad
de no ser nadie, de ser otro,
querer parecer un legajo
parte del todo, anodina
simiente que solo germina
en un campo de más hierbajos,
la absurdidad hacia la que nos encaminan
puede ser combatida con el pensamiento,
urge la creación de nuestras propias mentiras
necesarias para apoyarnos
contra las posturas de la nación excelsa,
tratando la suprema verdad
como el campo de guerra
que todo ser absoluto levanta,
repasemos lo que nos hace felices
tal vez la sangre
se derrame del cauce
por haber tomado
demasiadas substancias.