El infierno son los otros (Jean-Paul Sartre)

 

 

Sartre alégrame el día,

con la mirada que levanta

la niebla

abre la puerta al laberinto

y sitúame en el punto

que me pertenece,

el centro instaurado

para apoyar el punzón

fabricante de la circunferencia,

desde esa genuflexión

me figuraré enemigo

amigo a partes iguales

de la muchedumbre

y el individuo,

entre esa pelea compondré

mi personalidad

con el carácter heredado

y abriré en domingo

las contraventanas

a la plaza,

allí estoy, andando

entre la gente

con ese caminar a saltitos

y esa pequeña boca espejismo

riéndome de mi violenta calma,

 

el escenario que contemplo,

gracias Sartre,

es tan poderoso,

que los pequeños sueños

desaparecen entre manadas

de gruñidos,

cuando me fui a acostar

deje pastando una masa

de manos gesticulando,

me saludaban,

yo las despedía.

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