El nacionalismo de cualquier pelaje
siempre me ha aburrido mucho,
por el respeto a cualquier idea
intento aceptarlo, casi siempre lo consigo,
es la porción ancestral del alma humana
para mí, más irracional y sentimental,
como alguien dijo, estar orgulloso
de haber nacido en una tierra
es como si yo estuviese orgulloso
de haberme criado en un cuarto piso,
un hecho totalmente circunstancial.
Los países son invenciones, un conjunto de personas
que más bien les impusieron un día cualquiera de la historia
escribir su futuro bajo una misma bandera.
La ley se construye para convivir o subyugar,
la escriben y la borran las personas,
quedó atrás, espero, cuando se llevaba
bajar de una montaña con las leyes escritas
para los próximos miles de años
por un dios todopoderoso,
que suele equivocarse más
que uno que no pudiera tanto.
Las constituciones no son libros sagrados
con los que construir religiones
deben utilizarse, servir a las personas
a su vida y muerte en sociedades pacíficas,
no habrían de esgrimirse como piedras.
Llevo la vida huyendo de ser seguidor
de inventar adoraciones nuevas,
abandono la que ya se construyeron
alejando su sabor a desastre
y ahora, por alguna razón
las murallas tocan a trompeta
para alzarse más grandes.