Escucho a la xenofobia hablar por la boca de amigos y familia insultando a un grupo por unos pocos elementos, como si nosotros no tuviésemos en nuestra cultura indeseables. A mí no me gustaría que me mezclaran con los que escupen insultos, pero seguramente y desgraciadamente lo hagan los xenófobos del otro lado. Es tan difícil luchar con personas que solamente se guían por esos sentimientos arraigados en su cultura, eso que le han dicho de siempre y no han constatado. Escucho mucho la palabra moro, la frase han venido aquí…, alguna gente de esa religión, nosotros también tenemos la nuestra que no debería enorgullecerse de su historia manchada con todas las sangres del mundo, ruge, ayudados también por nuestro propio odio, ese alimento que atraviesa fronteras en un toma y daca. Yo me encuentro absorto, de verdad, por ver a personas que pueden pasar por buenas escupir bilis y odiar a todo un pueblo. Salen nuestras raíces católicas ultraconservadoras, y nuestras penurias e insatisfacciones, nuestra impotencia, y la proyectamos en una culpa general que como una manta envuelve a toda una cultura en la que hay gente de todo tipo como en la nuestra, como en cualquier sitio.
Que mal funciona la empatía en la lejanía, no atraviesa los muros de los prejuicios, las personas desde el principio de los tiempos nos movemos por los mismo impulsos vitales y sentimentales, no hace falta nada más que leer los diálogos de Sócrates, escritos por cualquiera de sus discípulos, Platón, Jenofonte… él ya daba las pautas para solucionarlos, se encuentran dentro de nosotros, si logramos querernos daremos un primer paso, pues el odio hacia nosotros mismos es la base de la xenofobia. Muchos han luchado en la historia por la libertad y la igualdad entre las personas, pero seguimos estancados en creernos los elegidos, cada uno en su tierra, en sus dioses, en sus costumbres.
Me siento mal por la gente que ha muerto, y por lo que sufren y sufrirán esas muertes en todas sus vertientes debido a que no somos capaces de sentir amor y cariño por la humanidad.