Yo no me quiero trocar en colmillos
ni en los de hienas patrias,
no odiaré aunque me rompan
los dedos con los que escribo,
amaré a la luz y a la esperanza
a lo que empuja a la solidaridad
y al beso, al cielo, y al día;
digo no a pudrirme por dentro
ni generar bilis negra,
afirmo detrás de las lágrimas:
viviré para aceptarme y quererme
para que el espejo que escojo
admita mi voz
dentro de su colección de rostros,
a esos que odian los beso,
si antes alguien lo hubiera hecho…