De verdad que entiendo poco, simplemente quiero constatar lo que veo, la democracia es el estado de la consciencia colectiva en el que creemos que salir a votar para que no valga de nada nuestro voto es un milagro que nos cayó del cielo, y que va seguir siéndolo, y que no vamos a hacer nada por cambiarlo. Al menos es lo que ocurre en nuestra vieja Europa. Que nos alegremos porque salga un ultraliberal como Macron en Francia es para reflexionar sobre los límites desdibujados del sarcasmo y la violencia especulativa que soportamos. Su adversaria era peor opción, es verdad, no lo discuto, porque además de la política financiera, que iba a ser la misma, y por tanto las tensiones raciales, religiosas, pero en definitiva económicas iban, van a ir en aumento, al menos el mensaje no es de odio aunque subliminalmente se ejerza la violencia, no verla ni decirla nos parece un paso a mejor, que lo es seguramente, pero muy insuficiente.
El discurso de Macron simplemente es de ninguneo a los más desfavorecidos, porque según él, nunca lo admitirá, me apoyo en los hechos liberales, deben merecérselo, están menos preparados porque puede que naciesen ya de antemano con menos oportunidades, la sociedad es una selva y los menos preparados se van apartando a las cunetas. Lo mismo me estoy pasando, Macron tiene cara de buen tipo, de haber inventado con él la buena presencia, quizá no piense que es malo lo que hace, al menos para una sociedad más justa, puede que se crea de verdad que la solución es el capitalismo a ultranza, simplemente es su vida, cada uno quiere vivir mejor, o al menos no perder, si los tiene, privilegios. Ocurrirá que un día cuando se siente en su consejo de administración como un consejero más de una gran multinacional de la energía, u otra, no quiero pillarme los dedos, sienta el bienestar del trabajo bien hecho: las empresas creciendo a costa de la disminución de salarios y derechos de los trabajadores, el paro en su punto exacto para tener a la gente cogida de los…, atada al sistema, la necesidad de consumo inyectada en vena en sus dosis exacta, el miedo a que todo pueda ir a peor acoplado a nuestros genes…y sin embargo siga sintiéndose, y lo veamos como un buen tipo.
Un sistema que te obliga a votar a lo menos malo está viciado, es insostenible, sin ilusión el ser humano se convierte en opaco e individual, vacío y sin esperanzas, el poder da otro paso, alejándose del pueblo, la desmotivación crece, caldo de cultivo para las ideologías de raza, de fuerza, del yo sí me lo merezco, y no las del populismo, como se ha puesto de moda llamarlas. El populismo es la tónica general de los partidos políticos, nos riegan los oídos, y al menos que se tenga un filtro que cuestione todo lo que llega podemos caer en sus trampas. El populismo ya es la tónica del sistema. Se llega a veces a tachar de populista al que cuenta la realidad como es, y no como se la inventan. Es un cúmulo de despropósitos.
Como yo siempre digo, se debe estar informado, hay que conocer la historia desde varios puntos de vista, hay que cuestionar los prejuicios que todos tenemos, se debe ponderar las opciones, y luego decantarse; intentar no ser seguidor, forofo, hincha, de nada ni nadie, coger lo mejor de cada opción y alejarnos de lo peor, lo que no funciona, por muchos discursos que nos suelten. Abrir los ojos y dejar los miedos a un lado, dejarse llevar lo mínimo posible, el braceo contracorriente es imprescindible, y la desazón, tal vez perdamos felicidad vacía, de droga dura…