No hay cosa que haga más daño como el que la gente astuta pase por inteligente. (Francis Bacon)

 

 

Vivimos tiempos confusos

por compararlos con los que nunca fueron claros

propondría:

un primer impulso, salir a vociferar

aullar al día sucio la palabra que significa infamia

romper la pierna y la mano que roba el plato;

luego apiadarme de los hipnotizados

que rezan, votan, siguen al hechicero;

más tarde compararme con aquella sierra

de nieve perpetua, estirada, inaccesible

debitada como los mortales, pero seria e integra;

y al final alejarme, alejarme sin esconderme

con la frente alta, signado con la moral, la mía

ni la mejor, ni la peor, meditada, ponderada,

la mía, y no aquella del vómito, proveniente

del vaciado ladrón que impera en la sangre,

ese reptil aupado por la sociedad, rodeado y ahogado por las cosas,

la bestia blanca que se auto designa egregia,

olerá mal eternamente, antes incluso que su tumba.

 

Dejadnos al menos:

aunque solamente sea verlos

hundirse en ese infierno que construyeron

con el dinero de los pobres,

aunque solo sea decidles que pequeños

e inútiles nos parecen,

¡por favor!, no merecen el desprecio.

 

Si la justicia vuelve

si alguna vez estuvo,

olvidemos sus caras, voces

y nombres, son la estirpe más pequeña

estéril y nauseabunda,

mutación social y asquerosa,

híbridos de cimiento y pedestal

monarcas sin republica

predicadores sin miseria,

debemos creernos mejores

dejar ese complejo de inferioridad

y elegir viendo el futuro

y creyéndolo grande, mejor…

 

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