Vivimos tiempos confusos
por compararlos con los que nunca fueron claros
propondría:
un primer impulso, salir a vociferar
aullar al día sucio la palabra que significa infamia
romper la pierna y la mano que roba el plato;
luego apiadarme de los hipnotizados
que rezan, votan, siguen al hechicero;
más tarde compararme con aquella sierra
de nieve perpetua, estirada, inaccesible
debitada como los mortales, pero seria e integra;
y al final alejarme, alejarme sin esconderme
con la frente alta, signado con la moral, la mía
ni la mejor, ni la peor, meditada, ponderada,
la mía, y no aquella del vómito, proveniente
del vaciado ladrón que impera en la sangre,
ese reptil aupado por la sociedad, rodeado y ahogado por las cosas,
la bestia blanca que se auto designa egregia,
olerá mal eternamente, antes incluso que su tumba.
Dejadnos al menos:
aunque solamente sea verlos
hundirse en ese infierno que construyeron
con el dinero de los pobres,
aunque solo sea decidles que pequeños
e inútiles nos parecen,
¡por favor!, no merecen el desprecio.
Si la justicia vuelve
si alguna vez estuvo,
olvidemos sus caras, voces
y nombres, son la estirpe más pequeña
estéril y nauseabunda,
mutación social y asquerosa,
híbridos de cimiento y pedestal
monarcas sin republica
predicadores sin miseria,
debemos creernos mejores
dejar ese complejo de inferioridad
y elegir viendo el futuro
y creyéndolo grande, mejor…