Por amor a la obra, por amor al arte, por amor a la nada.

 

 

Los campos siempre  me resultaron anchos

como una melancolía sin represa,

los valle distantes, y el mar subterráneo

como una esperanza sin escollera,

así me he mantenido viento

ruina de los hórreos

y los surcos del fango,

confío que cuando

me hundan en el suelo

sea la nada a la que me entrego

la que venga a mi reclamo,

sea la nada el sueño del justo

y junto a la obra, ese aliento

vuelen solos, como hijos

que nunca consiguieron

la bendición  de su progenitor.

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