La esperanza es muda, igual que la desesperanza, no solemos explayarnos mucho cuando nos encontramos en cualquiera de los dos extremos, por eso deduzco que la mayoría de seres que circundan nuestras vidas duermen de día y gritan de noche o viceversa, en el ocaso y la aurora sonríen con risa tonta decidiendo sin decidir, porque será el espasmo eléctrico el que inicie su comportamiento o lo finalice, y luego cada uno llevamos, como quien dice, la procesión por dentro, nuestros lutos, nuestros anhelos inviables, la esencia que a veces podríamos tocar, que huye al sabernos acorralados por una especie de miedo moral o erizamiento de piel aprendido, que nos sube serpenteando por la espalda para producirnos parálisis y frío, y si este sinsentido no fuese suficiente, la realidad, a veces esquiva, se lanza como una vampira esperpéntica, nos hace reír por no decir otra cosa, el llorar lo dejamos para la verdad, para la autenticidad que no se muestra, esa esencia vital que hace que volemos, soñemos hasta el primer muro que nos rompa la cara, la existencia, como dice la canción final de la Vida de Brian, es esa fracción entre la nada y la nada, o sea la vida es nada, despidámonos de ella con una reverencia, ¡RIP RIP hurra!