El mundo es de quien no lo habita

Al que reza y llama al cielo emplazándose

en el centro del cosmos infinito: si no temieses

la realidad y el sonido del viento silbando entre las ventanas

comprobarías que tu soledad es tu única compañía.

 

Al que atosiga con sus ojos abiertos preguntando

a qué lugar nos trajeron: son tus pies andando

no los juntes con los míos.

 

Al que renuncia a la duda por un desgraciado cierto:

no me convoques más a bailar en la penumbra, con tanto

bastón los necios construyen escaleras hacia el sótano.

 

Al que rompe las reglas para luego cumplirlas y además

ser el mayor valedor de ellas: tu camino es para muchas alforjas

yo no las llevo porque intento ser un desnudo en la tierra

de la avaricia duradera.

 

Al que por una absurda idea de inercia

mira hacia otro lado: tuya será la monarquía

al que te lleve la barca de la orfandad,

tuya será la isla, tuya la inmisericordia,

tuya y  por desgracia también mía.

A %d blogueros les gusta esto: