Samuel

Las palabras se retroalimentaban recorriendo el viaje de ida y vuelta a alta velocidad, el machismo, la homofobia, la xenofobia crecían entre la población y por tanto en sus representantes que voceaban violencia con tono a veces pausado y sonrisa, al mismo tiempo, y quizá por eso, las libertades empujaban con más vehemencia para abrirse paso, y quizá también por eso, los odiadores, los opresores, redoblaban su ferocidad, temiéndose a si mismos, sabiéndose débiles, creyendo que la igualdad sería terrible, pues dejaría ver su vulnerabilidad humana, que creen tapar con el grito y el puñetazo. Las leyes mejoraban, la visibilidad progresaba, muchos como Samuel habían sentido la comprensión y el amor de su familia, de sus allegados, de sus amigos, parecía que la sociedad había cambiado, pero no toda, no cambió lo suficiente ni a tiempo para salvar su vida, personas de las que desconocemos el nombre, porque la justicia los defiende, como no debería ser de otro modo, no aceptaron que un hombre, en este caso, ame sexualmente a otro hombre…

Esos homófobos, que también son machistas, y xenófobos, porque el odio va unido sistemáticamente al mismo cuerpo y todo lo pudre, mataron a Samuel, también los del púlpito, los de la tribuna, los que lo patearon cobardemente en la calle. A veces no intervenimos por miedo, por vergüenza, porque el odio no va dirigido hacia nosotros, o hacia el colectivo al que pertenecemos, pero, ¿verdad que no quisimos matar a Samuel?,¿a que no fuimos nosotros?, pues demostrémoslo desde nuestra voz, nuestros gestos, nuestro voto, no caigamos en la mentira que todas las opiniones son respetables, que todas las posturas son aceptables, el amor, los derechos, son la verdadera ampliación de la libertad, y no coarta la de los demás. Que nadie mienta en nuestra cara, que nadie insulte estando nosotros delante, convenzamos a las palabras de desprecio, insulto, y odio, a veces lanzadas por aprendizaje obtusos, a veces dichas con verdadera intención, convenzámoslas de que no son gratas, no son bienvenidas, y que si fuera por nosotros desaparecerían de la faz de la tierra. 

Samuel ya no está en este mundo, absurdamente, por salir de fiesta con unas amigas, por toparse con una jauría de odio alimentada por la homofobia, se parecen tanto a las jaurías alimentadas por el machismo, es algo tan triste, y tan esperpéntico, que no encuentro más palabras para llorarlo, para quejarme, me quedo aquí cayado, en silencio, esperando convertirme  en murmullo, en combatiente de mi humanidad.

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