Subrepticio

Voy a exponer de modo escueto, intentaré, uno de los problemas que sufren las sociedades según mi experiencia y mi opinión reflexionada, iba a decir modernas, desgraciadamente por lo que he leído, y por lo que he vivido, que ya se puede decir que han sido algunos años, no he comprobado que estos hayan disminuido ni tampoco aumentado, aunque ahora en épocas pandémicas sean más llamativos, de este problema desemboca bastante esa insensibilidad o dejadez de la lucha por la igualdad, dejamos lo que verdaderamente importa de lado y nos evadimos con los problemas que creemos individuales y únicamente nuestros, sumiéndonos en el trabajo y la familia, esto es más oprimente y terrible en el caso de las mujeres. Nada de lo que se te ocurra ha empezado ni terminado en ti. Nadie, por muy descorazonador que parezca es el ombligo del universo. Siquiera el dinero, dios todopoderoso, es capaz de convertirte en nada aparte de lo que ya eras, un ser con fecha de caducidad.

Este problema soterrado, para quien no quiere ver, es la drogadicción, tanto la legal como la ilegal, pasárselo bien se vende en un paquete que incluye el más importante ingrediente, estar bebido (súmesele, o cámbiesele por, cualquier droga), al parecer la gente no se puede juntar de verdad si no beben. Yo he bebido como cualquiera, no mucho en estándares normales, pero en los años iniciáticos de la adolescencia demasiado, siempre es demasiado, a menudo me he percatado que la gente que se acumula en antros no se aguantaría sin beber, no se gustarían los unos a los otros, pues con quien estás cómodo no existe la necesidad que medie ningún distorsionador de la realidad, a menudo con quien no lo estas es contigo mismo, por eso en las fiestas de compromiso es donde se bebe más socialmente, como por ejemplo bodas, o botellones. De ahí se pasa del berbecio, hablo más de beber pero se puede cambiar por otra droga, a pedir la libertad porque quieren coartar esta, al parecer, necesidad, mejor llámese adicción. No observo con tanto ahínco que gente con bebidas en la mano pidan la libertad para temas más importantes que la apertura del ocio nocturno, es de risa que se le llame ocio nocturno cuando es solamente voy a drogarme con mis amigos o con los que creo mis amigos, no existe tal ocio, pues el ocio implicaría una elección de diversas actividades, si dijéramos ocio diurno nadie pensaría en una única tarea. No se puede llamar ocio a una imposición social, se puede considerar obligación. Quien no bebe o se toma alguna droga no se lo pasara bien en esos lugares, porque en realidad no estas haciendo más que dejar pasar el tiempo anestesiado, y sin la anestesia estos lugares te darán, como mínimo hastío, qué haces a las dos de la mañana con gente sin ningún tema de conversación, sin pensamiento crítico razonado si no está sbebido, y ojo, no digo que esa gente en otras condiciones no sean estupendas, habrá de todo, y entre ellos habrá amistades que perduraran fuera de la distorsión, y lucharan por un mundo medianamente mejor que el que se han encontrado a parte de quejarse continuamente por superficialidades que afectan a su ego, pero por lo que sea, la sociedad, los poderes, los quiere fuera de juego, absurdamente abotargados, y luego por la mañana con sus pequeños o grandes problemas individuales se sentirán solos, meteorizados, únicos en sus habitáculos de queja, escribiendo odios o amores en una red social, y en vez de salir a la calle a pedir la verdadera libertad que se basa en la igualdad y los derecho humanos, aguantaran sus frustración hasta la próxima ocasión en la que consigan ahogarla con pan y circo. 

Que haya gente que todavía no ha entendido de que va esto de la pandemia, que si nos comportáramos todos medianamente bien, esto quiere decir, pensando en los demás, podríamos salir de esta poco a poco y todos juntos, pero no, elegimos la mal llamada libertad, la ley de la selva, y claro esto a pesar de que creemos que nos da felicidad nos rompe por dentro como animales sociales que somos, y necesitamos evadirnos, entonces salimos a pedir que queremos fiesta, ya no es el poder el que nos vende pan y circo, somos nosotros lo que lo exigimos, hemos entrado voluntariamente en la rueda y nos gusta correr en ella. 

Queremos volver a la antigua normalidad con todos sus problemas aunque le hubiésemos encontrado soluciones, pues serían nuevas,  no queremos que nos cambien las reglas, solicitamos el paquete completo, que no nos arrebaten siquiera el antiguo sufrimiento al que tomamos un cariño.

Dijeron, nos vendieron, nosotros los creímos, que saldríamos mejores de esta, y lo único que ha ocurrido es que las personas nos hemos retratado, la gente buena, solidaria, que lucha por la igualdad, que se preocupa de los demás porque saben que son parte de si mismos, está todavía ahí, arrimando el hombro para empujar, para aguantar, a veces con un descomunal sacrificio sicológico, y tal vez hayan salido mejores, si esto es posible, el mundo está lleno de buena gente aunque a veces cueste creerlo, son los más. Aparte de las gradaciones entre los extremos, que también son un numero considerable, están los que piden la libertad individual por encima de todo, que siempre tiene un color, no piden la libertad para andar otro camino, sino este, el insolidario, el me importa un pito más allá de mi hocico. La libertad es de dirección única y transitan por ella los mismos que en la antigua normalidad, haciendo más ruido, pues nos rechina verlos hacer fiestas, o juntándose para festejar un equipo de futbol, o negando al virus, o luchando en contra de las medidas para atajarlo(unas más acertadas que otras, pero las tiene que haber, es de perogrullo, y se las puede criticar, y se puede luchar contra ellas), todas estas actividades las hacen con un vaso de alcohol en la mano, ya en su torrente sanguíneo, son gentuza que arrasa con los ideales de la bonhomía, pensar en las consecuencias de los actos denota inteligencia, los que exigen la libertad individual por encima de la libertad y la igualdad sin exclusión carecen de cualquier atisbo insignificante de pensamiento consecuente. 

Debo dejar claro que no estoy en contra de las drogas por puritanismo, si no por que necesito ser plenamente consciente de mi existencia, de cuando sufro y de cuando disfruto, me opongo a no advertir lo único que es mío, mi vida, mi tiempo, hasta que me sea arrebatada. Necesito construir un pasado para recordarlo y no avergonzarme, emprendiendo un futuro, paladeando cada minuto con los sentimientos que me produzcan las manecillas de los segundos. Quiero intentar ser mejor y no volver a ninguna normalidad, construir la mejor que pueda pero que sea fácilmente desmontable, para intentar renovarla cada mañana apenas haya abierto los ojos. Ser yo acompañado de los demás, no ser más que nadie, ni menos. Estar en contra de las enfermedades sociales que nos buscamos, ayudar a aflorar lo peor del ser humano, la indiferencia, y con ella la injusticia. Verla, reconocerla, sentirla, y no dormir mas que de noche y con sueño.

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