Se nos quedó un bonito dilema.

Se nos quedó una bonita navidad. Ya se nos ha olvidado como excelentes moradores del presente que somos, tenemos tan poca previsión de futuro que asusta, somos niños y niñas a la que sus padres y madres deben obligar a pensar en los demás, por que si no, solo veremos el mundo como una prolongación nuestra en la que nos situamos en un centro alejado de la realidad, es un peligro cíclico que sucede, nos enfrascamos en nuestro ombligo y la civilización se va al garete mientras tanto. 

La palabra gentuza se usa poco, es la que me sale espontáneamente cuando veo una fiesta, un botellón, una manifestación de negacionistas. Aunque existen más individuxs  que se unen al grupo de la gentuza. Uno de los parámetros para medir la inteligencia es prever las consecuencias de tus actos, si unx va por una carretera con un coche creyendo que es un circuito cerrado y que nunca encontrará un obstáculo, una curva tomada a una velocidad excesiva podrá ser mortal para el, la, que la ha tomado, o con quien se encuentra. Por eso además de la gentuza, de las malas personas, existe un nutrido grupo de tontxs que no saben o no les enseñaron sus progenitores que los actos tienen consecuencias. En una sociedad deberíamos cuidarnos los unxs a los otrxs. Aunque, claro, si unimos gentuza, tontxs, liberalismo que pugna por la individualidad, la desmembración de la sociedad en individuxs que deben salvarse solos, por lo tanto mermados de fuerza para luchar contra los poderes, el coctel resulta explosivo y repulsivo. Es lo que está ocurriendo, afortunadamente no de modo general, pero sí con un tamaño suficiente para ser un problema, mucha gente está muriendo, sufriendo por salvar una economía que no se salva más que salvando a la gente. Dentro de unos meses, la empresa que le ha ido mal podrá irle bien, el que no trabaja podrá trabajar o intentarlo, pero quien está muerto no tendrá ninguna oportunidad. Es algo que el liberalismo nos ha metido en la cabeza. El caso es que no hay que decidir entre economía y vida, hay que elegir entre sociedad e individualidad, entre servicios públicos más eficientes y fuertes o dar el dinero a servicios privados que nunca nos tendrán en cuenta como personas sino como consumidores, y no quiere decir que no exista lo privado, pero no financiado y mejorado a costa de lo público, esa son las únicas elecciones que deberíamos toma si queremos imaginar, luchar contra lo que venga, porque los imprevisto siempre llegan, no sabemos cuando, que no nos pillen eligiendo entre economía y muerte. Que no seamos gentuza, ni tontxs, ni neoliberales, y menos aún fascistas. 

Se nos quedó una bonita navidad, ¿dónde está?

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