No acepto siquiera gratis que me ofrezcan miedo, si no reivindicamos la naturaleza aquí estaremos para pasar el rato y hasta luego…

Llegó el tiempo de la autoridad
que el miedo se otorgó
y a eso le debimos civismo,
a él nos encomendamos…

El tiempo:
de los llorones del futbol
más esenciales que la enseñanza,
de los políticos que solamente acuden
al grano para llevárselo, y critican
a los que intentan repartirlo,
de la primavera secuestrada por la no vida
de la alegría tonta de un balcón vociferante
de las caras planas en teléfonos inteligentes
de las frases, bailes, expresiones exuberantes
de los pececitos de colores moviendo las colas
ante la comida que dispersa el cielo.

Dimos las gracias golpeando las palmas
dejamos que los recortaran
para luego llamarlos héroes
y como gamusinos divergentes
conferimos el miedo crítico
a una nueva normalidad
y a otra después más desbocada.

Fuimos obedientes como el menesteroso soldado
ante las bromas soeces del encarnizado sargento
y por no morir, o porque no muriera la gente querida
vendimos ideas y sueños como si le sobraran años a la vida.

Lo más seguro y más duradero:
la tierra espera
una nueva isla en el pacífico
de guantes y mascarillas,
no espera nuestra ayuda
por eso quizá intentó aniquílanos,
no sabemos llegar a adultos
somos unos jovenzuelos
que se pasan el día huyendo
¿a cuánto compramos el miedo?
¿cuánto se quedan los intermediarios?
¿por qué producirlo es tan barato?

La libertad se consigue dentro
en ese espacio confinado
que es carcasa de mamífero
y no hay más que un tiempo chico
para seres chicos con ropa de engreimiento
que se creyeron señores y dueños
y son tan efímeros que el universo
abre la boca bostezandooooo…

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