El miedo a la libertad de los otros
nos condena al sufrimiento eterno
y si no a infringírnoslo en la tierra.
Lo mojado tiene que estar en su lugar
para eso están los ríos, el mar…
yo no quiero un traje de agua
cayendo sobre mí, no soporto el paraguas
y después cerrarlo y contemplarlo gotear,
no soporto las gotas de lluvia resbalando el cristal
no soporto la tristeza, no necesito la tranquilidad
no quiero que toda una tarde de lluvia
me obligue a estar sentado,
quiero dibujar con un lápiz un sol infantil
un huevo frito sonriéndonos, aún criaturas
sintiendo que todo un panorama se amplia
con tantos caminos como nuestro pies requieran.
(Para las cadenas, los prejuicios…para ellos mucha agua y poco uso, qué enmohezcan)