Un caro precio

Nacimos fuertes, niñas
nos prohibieron jugar
y sufrimos en casas de plata,
gritamos, preguntamos,
seguimos fuertes, dueñas,
miramos a las cárceles, espejos,
y si vemos con nuestros ojos
y si cegamos como nos miran otros
y si entre el viento dejamos cartas,
y si ponemos en valor la existencia
dejando que caigan las cuerdas.

¿Para qué tener brazos?
¿para qué tener piernas?
Para seguir habitando la vida.
No dejar de darle importancia
no tratar de habituarnos a la nada
correr más que el miedo
no dejar que la locura sea el yerro,
las cosas por su nombre,
aquello donde estamos sumergidas
el machismo, la mordaza
el techo transparente, la coraza,
¿por qué reflexión?
¿por qué perseverancia?
Para poder sentir la vida.

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