El estatus del estado absoluto o de cómo me perdí en el Serengueti

Se parece esto tanto a los principios del siglo veinte, con todos nosotros cerrando los ojos, y todos ellos aprovechando para dar un pasito como en el juego de un dos tres escondite inglés, coartándonos libertades, y nosotros dejándonos como buenos aborregados y miedosos impostores de humanos que derrochan una vida que se nos dio libre para vulgarizarnos en opiniones, diatribas, imposiciones, tradiciones diversas, imposiciones de toda índole, luchas por territorios que al parecer generan sangre enfrentada a otra sangre, que agrian el carácter hasta convertirlo en un ariete contradictorio pues construye muros, fronteras, líneas en mapas, odios ,miedos, con su más terribles panda de adocenamientos. Lo digo como  lo pienso. Las calles se construyeron para todos, y todos deberíamos poder conversar en ellas, y escuchar, que tampoco hace daño, pero no se debieron idear, para seguir, para dejarse llevar, no son ríos. Nuestros pies, y no el impulso de otros, deberían ser  los verdaderos motores de la rebelión, la justicia, la paz, y la libertad.

Se está construyendo pasito a pasito (véase el síndrome de la rana hervida) un estado con poca autoridad (autoridad no es la palabra, vamos a dejarlo en poco interés) en cuanto a la justicia y la igualdad social, y mucha en cuanto a la destrucción de la libertad individual. Ha ocurrido muchas veces. Por ejemplo: ya en roma cuando veintitrés senadores  asesinaron a Julio Cesar en los Idus de Marzo del año cuarenta y cuatro, la república se desfiguró definitivamente en una dictadura de emperadores, y el pueblo, aunque no todos, lo aplaudió, porque creían ver en esto la esperanza de una vuelta al esplendor de Roma que se estaba barbarizando con tanta influencia de culturas extranjeras. Y Augusto lo consiguió, comenzó una época de esplendor, pero solamente ficticio, pues se perdió en libertad y se ganó en desigualdad, eso sí, Roma durante siglos dio miedo y su poder llegó a ser ilimitado. Justamente fue lo que  causó su caída, su inflexibilidad, y la falta de empatía de los pudientes con el pueblo.

¿Y ahora qué? : Todas esas tradiciones culturales y religiosas que hacen de los años ruedas de molino y no senderos donde inventarse una vida, que nos atan a la edad, a lo que toca, nos coartan todavía más; o esos deportes que nos aíslan de la razón, que construyen una mirada sesgada, que no sirven para divertirse, sino para atesorar rivales, afición muy humana pero poco constructiva.

¿Y cómo desvelar el futuro?: Las personas libres somos como el león del Serengueti, creemos que esta tierra es nuestra, qué gran mentira, es de  los que instauraron la reserva, los que dibujaron los límites, no nos pertenece, siquiera los terrones que pisamos, ni el horizonte que alcanza nuestra vista, sin embargo seguimos viviendo la vida como autómatas programados, buscando el alimento y procurándonos compañía, poco más podemos hacer si no despertamos y advertimos el decorado.

¿Y como no ahondar el pasado?: La libertad no es plena sin  la conciencia y la consciencia, si arriesgar y descubrir nuestras propias verdades. Hoy se necesita muchísima lucha, sin violencia. La calle es nuestra, junto a la vida, son las únicas posesiones verdaderas, echémonos a ella para andar juntos, por separado, en línea recta, o en zigzag, como sea, que la reserva, el Serengueti, se convierta en reserva de lo abúlico, de lo previsible, de la nada y sus bocados en la cara, del pasado, que allí pastoreen la hierba alta los que quieran, que nosotros nos escaparemos para alcanzar  lo que más vale, y no tiene precio, la libertad con todos sus demonios.

A %d blogueros les gusta esto: