Entre dos pieles

 

 

La piel de su casa es un camaleón,

residuo cavernoso de lo que fue hierba.

 

Subido a la piedra, cúspide de la montaña

salpicado por la ventisca y el enorme frío

duerme la luz de humo, y el hogar se apaga,

se contagia del pulmón de la casa

y respira a través de la ventana cerrada,

en las calderas bate el corazón

como un asno tirando de un molino,

y los pies se anclan más que las raíces

y las alas son un órgano atrofiado

y bucea como un ser unicelular

en un laberinto eterno,

come en el estómago

cocina destartalada

donde se quemaba la cena

y sus padres bufaban.

 

Ahora a reír más que nadie

porque ama a la puerta

que se abre,

la boca lo llama

el camino, el destino, el cambio

y entre futuros

la piel del mundo lo salva.

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