Cuando fallan unos buenos cimientos.

 

 Se contagió el río de sal

se le llamó arteria

bombeando ritmo a las palabras

secó diversas lenguas:

 

La marmota se impuso

la imaginación tembló

el boato se deshizo,

la vena del cuello

deseó saltar en pedazos,

contó hasta diez, hasta mil luego

se sentó sobre el primer bordillo

se entretuvo con el cordón del zapato

preparado para el discurso

se acumulaba su público

entonces predijo a gritos

la desaparición de la palabra cimiento,

lloraron y se marcharon hacia ese sitio

dejaron su sombra de estatua en el suelo

y muriendo poco a poco se detuvieron

a las orillas del mar salado

al que llamaron corazón

antes escrito en los mapas como esfuerzo.

 

Él continuó contando, contando estrellas, lirios, suspiros, segundos, libélulas, noches, amaneceres, meses, años, pálpitos, estremecimientos… nunca terminó el recuento. Solamente quedó el cordón del zapato estirado sobre el barro.

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