La manada o el forúnculo del patriarcado.

 

La primera palabra que sale desde mis entrañas es asco, luego le siguen enfado, rabia, impotencia… por más sentimientos que se vayan produciendo y palabras se me ocurran, la última es siempre tristeza. Esto que llaman género macho, al masculino me refiero, no se merece que pertenezcan tipos como esos. Pero seguramente no es tan sencillo como cortarles lo que sea necesario. Las sociedades tienen sus enfermedades crónicas, y esa, la de los abusos, tanto físicos como morales, en el trabajo, en el hogar, en la calle y como extremo  la violación, el asesinato, están demasiado extendidos en el mundo, tanto como que son cuerpo y alma de la sociedad. El peligro de todo esto es creer que son casos aislados y que son unos cuantos tipos  indeseables, que paguen por ello, y con eso todo se soluciona, lo demás funciona bien, un poco o mucho, como en algún medio de comunicación he leído y oído, la mujer tuvo la culpa de irse con hombres que no conocía, y en fin que las mujeres deben cuidar por su integridad física, es decir, deben coartar su libertad porque andan sueltos hombres que se pueden comportar como hombres por todos lados.  Lamentablemente esa manada es la punta del iceberg, la que se ve flotando entre las costumbres del patriarcado, el peldaño más vil del estatus del abuso tanto en el hogar como en el trabajo. Se producen tres violaciones al día en este país y la mayoría no son en fiestas, en lugares oscuros, ni en descampados a las doce de la noche, sino en el ámbito familiar. La manada es el espectáculo vil de las normas, de los usos y costumbres implantados sistémicamente.

Cosificar a las personas está detrás de estos actos, y como siempre, como norma generalísima a quien se cosifica es a la mujer. Como imperativo de un acto asqueroso  se encuentra principalmente  el sentimiento de superioridad, el poder que siente el violador, el acosador hacia la víctima, estoy completamente seguro que no se trata de obtener placer a través del sexo, si no alcanzarlo con el sometimiento de un ser que en su imaginario, y en la cultura que han aprendido y que inunda nuestra sociedad, es débil y servil.

Según las últimas investigaciones el patriarcado no se implantó de repente sino progresivamente entre el 3.100 y el 600 a.C en algún lugar, o lugares, del próximo oriente. Se estableció por una de las partes, adivinan cual, un contrato social  que sigue vigente y fue ratificado en momentos clave de la historia como la Revolución Francesa.  Se rige por unas reglas que vienen determinadas por los estereotipos de género que nos asignan desde que somos niñas y niños así como por los símbolos creados desde la filosofía, la religión o la ciencia para explicar la vida que se han ido asentando como verdades absolutas a lo largo de los siglos. No es hasta el siglo XIX cuando las mujeres (y sólo algunas de ellas, pertenecientes a clases altas) comienzan a tener historia, pudiéndose considerar todo lo anterior como una prehistoria femenina.

Han sido muchos años de patriarcado, y la historia de la raza humana al completo comenzó hace poco, así que queda mucho por luchar, esperemos que se pueda acelerar el proceso de desaprender lo aprendido.

La manada somos todos y la libertad y el respeto deben ser banderas universales.

 

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