Carta a la bendita jornada de reflexión.

Estimada jornada, creí que nunca llegaría. Tengo que reconocer que había perdido la esperanza. llevaba tantos días dando palos de ciego, oyendo las mismas frases, leyendo los mismos titulares. La palabra resumen de como me siento es cansado. Se me ha hecho muy largo este tiempo en el que nos pedían a voz en grito como en un mercadillo callejero el voto. He echado en falta argumentos, ideologías,  y coherencia. Y me ha sobrado el alzamiento de las emociones, las mentiras, y los chantajes emocionales.

Me he dado cuenta de que los partidos son igualitos que personas tóxicas, y que mayor rasgo de toxicidad que el egocentrismo( sentimientos de omnipotencia, inflación de la autoestima, sentimientos de grandeza, distorsión de la realidad, gran ambición, y expectativas poco realistas…), junto con la incapacidad de experimentar los que los demás sienten, comparación con los otros, el exhibicionismo,  la necesidad de control sobre otros, los maquiavelismos, la deformación de la expresión verbal, etc.

Yo te admiro a ti jornada de reflexión, porque nos esperas siempre quieta y tranquila, esperanzada y optimista, creyendo que te usaremos íntegramente, sonriendo y libre, sin palabras al aire, ni soflamas más o menos encendidas, y que fieles a tu nombre y bajo tus alas todos nos sentaremos aunque sea unos minutos en silencio, leyendo los programas electorales, recapacitando entre nuestras ideas ya construidas de lo que sería un buen mundo para vivir. Y luego de sopesar emitiremos un veredicto. Para así al día siguiente encaminarnos hacia los colegios sabiendo el motivo por el que agarraremos una papeleta y no otra. Y lo que es más importante, gracias a esa reflexión nos mantendremos más vigilantes los cuatro años de contrato democrático.

Atentamente se despide un gran admirador de usted.

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