Escritor en periodo de aprendizaje.
Moby Dick, siempre he estado de parte de quien ve la vida como es, desgraciadamente se debe pagar el precio de ser asediado por una sucesión de energúmenos con diferentes creencias religiosas que te atosigan y persiguen para destruir tu punto de vista.
Poesía que resume el próximo relato que estoy escribiendo con el mismo título:
El destino que lleva el escritor
es un tremendo cúmulo
de pequeñeces, camino
tedioso y frío,
menos mal que le queda la vida
y allí puede que sí tenga
con quien arroparse,
si es persona y no un arrogante
simulacro, una gónada impertinente,
quizás sea silente necesario
horma de un zapato monstruoso
o escape de los ojos que necesita del prójimo,
si es persona copiará, copiará, y seguirá copiando
y si no sabe, porque se emperra en ser escritor
será un incomprendido,
el ostracismo más absoluto es no sentarse
ante el tribunal de los contemporáneos
por no haber indagado en la manera
de escribir lo que quieren escuchar.
Es agradable cuando
la naturaleza y el arte se funden
destruyendo la tosca simetría
que el alma humana busca,
rompiendo los vacíos
a través de los cuales asoma el frío
proporcionando calor
a la excesiva perfección.
Ya nada me parece lo mismo
desde que observé en la rendijas
del templo nacer un pedazo de suelo
con la fuerza de un germen que crea
al destruir la roca,
esa protoplanta será un árbol
en cuanto nadie esté,
esa belleza transeúnte
perpetuará la vida
y los templos se desdibujarán
ante los arbotantes góticos
de las catedrales naturales.
Seremos materia
formando parte de la vida
en cuanto dejemos
de respirar.
Lorenzo Arabí 