Este mi país me mata, y no es una metáfora, ya me gustaría, y no es que lo considere peor que otros, también podría haber empezado por este mi mundo me mata. Si la vida viniese dentro de una cajetilla su lema sería vivir asesina, es una perogrullada lo que estoy diciendo, lo sé perfectamente, pero no me quejo de eso, es algo natural, lo que ocurre es que te pueden matar rápido o lento, sufriendo o sin sufrir, y este país te mata rápidamente aunque se te hace muy largo, y sufriendo aunque con eso de que nos reímos, vamos de tapas, y salimos hasta las tantas se nos antoja menor y a veces incluso no lo sentimos. Podría dar una lista enumerando el problema. Pondré solamente un ejemplo, el proceso de selección de nuestros gobernantes es bastante mejorable, nos los ponen delante y nos piden que elijamos, representan unas siglas y unos colores, y al parecer hay que aclamarlos o denigrarlos, y digo yo, ¿qué nos ofrecen?, ¿ellos mismos lo saben?, la única cualidad que nos enseñan de ellos mismos es que conocen perfectamente lo que queremos oír, ponernos la cara necesaria, decirnos las palabras oportunas. Por ejemplo yo no contrataría de nuevo a un albañil que antes de hacerme una obra me la explicó perfectamente y luego me hizo la pared torcida. Pues en política eso no ocurre, de paredes torcidas están construidos todos los pasados de los políticos actuales, o de casi todos para ser justo, ¡y no nos importa!, seguimos eligiendolos.
Y si decimos, ¡vosotros no!, que me traigan otros, y si no otros, seguro no se acaban los aspirantes. Sin embargo nadie renuncia a un puesto voluntariamente y mientras los miremos con esa apatía de oveja que nos caracteriza. Balar balamos perfectamente, nuestros gritos se escuchan a leguas pero se los lleva el viento igual que a la justicia social, eso lo único que debería importar, que ese dinero llamado impuestos sirva para la igualdad de oportunidades, la igualdad en la educación, la igualdad en la sanidad, o lo que se parezca más a estas cosas. Ahora caminamos hacia un mundo menos igualitario en el que priman las grandes compañías con grandes ganancias, intentando no pagar impuestos, robandonos el dinero delante de nuestras narices con la excusa de los puestos de trabajo, y como nos parece bien o al menos parece que nos parece bien pues con eso les basta, seguirán, seguirán por este camino.
Este país, este mundo nos mata, y decir nos mata es decir hace con nuestra vida lo que quiere, somos ranitas a las que las condiciones se les están poniendo difíciles y no reaccionamos. Brinquemos, por favor, que pronto hervirá el agua…
*Síndrome de la rana hervida:
Es un hecho que se utiliza en muchos campos –desde la psicología hasta el cuidado del medio ambiente–. Se le llama así porque comienza con una ejemplificación muy fácil de entender: si ponemos una rana en agua hirviendo, esta saltará; sin embargo, si ponemos a la rana en agua fría y la vamos calentando poco a poco, morirá sin darse cuenta. Digamos que es una forma un poco más delicada de decir que las personas nos acostumbramos a las cosas malas hasta un punto en que las vemos normales.
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