
La sumisión perfecta
no se ejerce por la fuerza
si no por la costumbre,
la tradición marca desde la infancia
cuantos pasos te quedan
para que suene la alarma,
manías sociales que reúnen
en el redil a las negras ovejas
con las blancas y las pintas
para que escuchen un rato
lo que se debe,
angustia y la necesidad
de buscar cualquier droga
para olvidar esta vida desperdiciada
en las terribles miradas de los otros,
me sume en la tristeza
cuántas oportunidades perdidas
una sola vida, una sola mañana
una sola noche, un sueño,
esa es la vida, un sueño
al que es difícil volver
una vez despiertos.