Yo nunca moriría por mis creencias, podría estar equivocado (Bertrand Russell)

Los señores de la guerra se reúnen para hablar de sus latifundios

esos lugares  a su disposición para aterrizar con soberbia

les gusta explicarte y hacerte sentir dislate de la paz que no se espera,

sus fronteras que a menudo se convierten en fosas, ahogan a la humanidad,

impostando la voz de los inocentes en sus coches fúnebres en comitiva

pasan ante el silencio de las multitudes que al terremoto aplauden,

las migajas que sobran de las bombas para la sanidad, la educación

caen tras el orgullo que los pobres deben tragarse al lanzarse a tierra

somnolientos, esperando la sencilla paz de espíritu que acompaña a la muerte,

la única paz que nos dejan… es la serenidad tras el estruendo… la boca cayada…

la buena disposición del nadie…la gente mirando…el camino hacia la catástrofe…

otra guerra…la gente no pensando…muriendo…al parecer lo prefieren…

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