El rey y el tenista

Con cuanta facilidad perdonamos lo que sea a los encumbrados, sean tenistas o reyes, los tenemos allí arriba para que nos entretengan, son nuestros monos de feria, ellos viven felices con su dinero, sus privilegios, su impunidad. Al parecer, imaginariamente funciona la cosa, a todos parece que nos va bien este sistema, ese dinero que le pagamos además del que nos roban no nos debe hacer falta. La sanidad, la educación, la dignidad salarial, son meros unicornios de los que podemos prescindir. Lo más importante para un tenista que se cree está salvando el mundo jugando, es sentirse revolucionario, un antisistema que no pide más que para él que no lo necesita, mientras millones de personas que sí lo necesitan no tienen ninguna voz, y ningún eco en los medios de comunicación. Pero éstos no entretienen nuestro vacío con circo, por tanto no se lo merecen. 

Y el otro, el rey que pobretico se nos muestra como un expatriado, aquí algunos le llama gente que vienen a quitarnos el trabajo, la tranquilidad, y nuestras buenas costumbres, espero sinceramente que a él como emigrante forzoso se le trate con más dignidad, aquí pudo hacer lo que quiso, porque según la ley disfrutaba de inmunidad, ¿qué iba a hacer?, pues usarla. 

Le echamos culpas a ellos y solamente hacen lo que les hemos enseñado. Bailan porque nosotros cantamos.

Callamos, silenciamos nuestras voces a propósito, no nos manifestamos, le quitamos hierro al robo tanto de dinero como de libertad, esa tan en boga ahora, la que se reparte con tanta igualdad por el mundo, preferimos dormir al canto de la polémica artificial del día, la fuerza, la que desconocemos poseer está enfangada con desidias y objetos, con preocupaciones por lo siguiente que consumiremos.

Así que seguiremos alimentando a personajes que nos alivien este tostón que es el vivir.

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