Es tan efímero el poeta.

Es tan difícil contener la sonrisa al enfrentar

algo que se considere con rotundidad poético,

como si al contemplar la rosa ya marchita admiráramos

aquella supuesta belleza que se se dejó sobre la mesa,

es tan juiciosa la voz del poeta como la del borracho

que espira alcohol entre una incongruencia y otra,

es tan pálida la tez del poeta que salen sus palabras

de una ultratumba profunda que rebota desde sus sandalias,

es tan necio el poeta barajando cual sentencia

saldrá de su pluma, o cual sentencia encerrará

para que otro la libere cualquier día aburrido,

al poeta genuino nada del mundo le es ajeno

el ajeno del mundo es él, duerme ante el folio

que se asemeja a la sábana blanca que añora

al menos dieciséis horas de las veinticuatro.

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