El error de cualquier poema
es haber traducido en palabras
un sumidero borboteando silencioso
lleno de pelos y grasas
que dormía avergonzado
y nunca deseó ser escuchado,
el poema no necesita jaulas
el poema no merece los presidios,
para carceleros los poetas
encerramos con cien cerrojos
los reveses que nos atacan,
no existen en la lengua
sustitutos a los sentimientos
aquello inasible, sombra que nos tapa
horma del aire, espejo de las espaldas,
tiemblan el papel, la pantalla
resquebrajados ambos por peroratas,
en el impenetrable silencio el poema
se mantendría flotando en libertad
en el submundo infinito de la alegoría,
maldigo profesión tan rastrera
de los que no saben callar sus cosas
de los que hablan sin parar con la tapia
de los que intentan generalizar sus demencias,
fuera está el mundo que habla y habla
la gente no calla, no calla
sueltan aire sus bocas y no dicen nada
ese mundo al menos está vacío
de emociones ignotas,
de embelesos sin causa,
no cuentan los retorcijones del alma
un sonido de pájaro que despierta
aquella tarde de niñez sana,
ni el olor que te hace buscar
detrás de un puchero de habas,
fijaos si es necio el poeta
que sus huecos y palabras
serán preciosas, hasta acertadas
pero al arrancar las páginas
en las que están escritas
se las lleva el viento
igual que si no dijeran nada.