El lugar de una persona honrada es la (su propia) cárcel.

La autoridad en vez de ayudar
a los ignorantes a salir de las tinieblas
los afianzaban más en ellas
porque de una cosa sí que sabían:
cómo organizar el mundo,
con esas palabras, justicia, el bien
las leyes, la fe, dios, verdad…
solo palabras que encierran
la crueldad más brutal.

Y entonces supusieron que bastante de miedo
haría de nuevo dar pasos atrás.
Y cómo siempre los de los trajes y corbata
estaban en lo cierto,
no hace falta el látigo
en este sistema casi perfecto

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