Nos desarrollamos entre lo insoluble y lo demasiado lejano,
dejándonos a un lado de todas las vacilaciones
luchamos, o no, por algo que no veremos, no seremos
sin termino, límites, ni sentimientos, el camino
nos dejará todo el margen de una explanada no ocupada
con la que no sabremos enfrentarnos,
aunque lo hicimos perfectamente con los ojos cerrados
otras veces que se nos presentó la ocasión,
eso es reunir fuerzas o aplazar la resolución
entre los depósitos y cascotes de nuevos titubeos,
nos comportamos con una seguridad de dogma eterno
no dudamos cuando la duda es inteligencia
no claudicamos aunque sea flexibilidad
no buscamos mejores razones, son la juventud,
cada día que transcurre nos parecemos a nuestro enemigos
porque no sabemos circular solos, buscar solos dentro
aquella curiosidad que nos alimenta y que matamos de deseo,
cuando queramos quejarnos del pasado
y de quienes lo vivieron
seremos ya nosotros
y sin pena ni gloria lloraremos, gritaremos
seremos los culpados, los culpables, y los acusados,
tanto da arrepentirse como soñar un pasado mejor
aunque lo duro y lo aguerrido habría sido pensar, actuar
no dejarse llevar por las masas de gente absurda
por las televisiones de seres ineptos que no saben hacer nada
por eso hablan, hablan, hablan, sin parar, de cualquier cosa
riñen en actuaciones memorables, y vuelven a su casa
volvemos a nuestras casas después de una tarde, una noche
de guerra infantil, y sin dejar de abrir el grifo y llenar un vaso
nos tumbamos delante del mundo que se mueve siendo nosotros
suspiramos, nos palpamos la papada y sin observar nos vamos
nos deshacemos como azucarillos
en una sociedad liquida y caliente
a la que mueve una cuchara insignificante
que es la repetición de la voz del ajeno.