Mientras era crepúsculo
no le pusieron nombre
en cuanto se materializó
le bautizaron con miles,
ninguno era el suyo,
dormía en una profundidad
como una bestia drogada
tierno, sencillo, hueco
como una vasija vacía
merecido en su ruta,
el simple atisbo de ahondar
de subir las cresta desiguales
para bajar las hondonadas
se le antojaba escrito para ellas,
el alarido quizás sea dolor
pero es más paraíso robado
ceja enjuta, vocerío fiero
de animal que escapó
de su propio veneno.