Cuidado con lo que vendes.

He leído esta mañana que para empezar el año sosteniblemente con relación al transporte lo primero que deberíamos evaluar es vender el coche, es nuestra posesión más vampírica, y si después de meditarlo y barajar otras opciones lo necesitas realmente, cómprate el más pequeño, tienen las mismas prestaciones, te llevan a los mismos lugares y a la misma velocidad, por lo menos a la máxima permitida. Luego he recapacitado un rato para no dejarme llevar por ese entusiasmo ecologista que tan bien podría describirme, he decidido desde este momento pensar científicamente todas las decisiones importantes que deba tomar, y me ha parecido que la persona que ha escrito el artículo llevaba toda la razón del mundo. Miré por la ventana y allí estaba esa cosa que me prometió libertad, por la que estuve pagando ocho años una letra infame, y que me restó poder adquisitivo, claro que sí, si hubiera guardado el dinero que me costó y sigue costándome, cada vez más, habría dado al menos una vuelta al mundo. He confeccionado un cartel de SE VENDE con un folio y un rotulador de subrayar color naranja, debajo he indicado mi número de teléfono, he bajado y con cinta adhesiva lo he pegado por fuera del cristal de atrás. Después he subido a casa y me he parado a observar quien se acercaba. Muchas personas se han dado cuenta del cartel, pero nadie me ha llamado. Me he cansado de esperar, he tenido que salir de casa a hacer un recado. Al subir me he acordado y al mirar por la ventana no estaba mi coche pero el papel yacía sobre la acera, parecía estar vendiéndola con las farolas incluidas y todas esas manchas de procedencias diversas. He llamado a ese número y alguien me ha contestado, no era yo, y eso, he de reconocer que me ha descolocado, le he preguntado qué quién era, me ha dicho con voz masculina muy grave, qué a mí que me importaba, era yo el que había llamado, acto seguido le he inquirido, ¡quiero mi coche!, ¡quiero mi coche sobre todas las cosas!, ha colgado, pero antes de hacerlo me ha soltado, ya es tarde, vendiste tu coche al diablo, es tu vida la que ya no te pertenece…

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